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domingo, 1 de marzo de 2015

Edward Mordrake, el hombre de las dos caras.



Vamos a compartir la triste y dramática historia de Edward Mordrake, un hombre a quien la naturaleza dató con una de las mayores desgracias que le pueden pasar a una persona.
Mucha de la información que podemos encontrar a cerca del caso de Edward Mordrake, suele ser muy distinta a la historia real, pero lo cierto es que el caso del joven Edward cobró con el paso del tiempo una dimensión que se transformó en leyenda. ¿Te atreves a conocerla?

La historia-leyenda comienza con el nacimiento de un pequeño en el seno una familia burguesa y bien colocada en la sociedad del siglo XIX del Reino Unido.

Hijo de la condesa de Darlingthon, Edward comienza su vida como alguien odiado por su posición social, su riqueza y por la famosa enfermedad que propició el mito de su origen “demoniaco”.
Edward Mordrake nace con un síndrome congénito denominado “Diprosopia” o Duplicación craneofacial, malformación que según se dice está relacionada con la duplicación del notocordio o notocorda, parte importante del embrión que mantiene un apoyo axial en el cuerpo y que posteriormente es sustituido por la columna vertebral. Este desprendimiento puede desembocar en dos crestas nerviosas que a su vez dan lugar a dos formaciones craneales.

Edward Mordrake poseía una duplicación craneal que aparentemente podía gesticular ligeramente dado que tenía músculos y nervios malformados, no obstante su rostro dominante era sano.
Edward aseguraba que el rostro malformado poseía la habilidad de gesticular. Se comenzó a especular sobre las habilidades cognoscitivas de aquel extraño “monstruo”, pues se decía que la segunda cara de Edward podía hablar e incluso solía atormentarlo por las noches con una voz suave y casi imperceptible, excepto para el desafortunado portador, diciendo cosas terribles y dándole órdenes inhumanas y demás maldiciones.

Existen rumores sobre la existencia de un expediente de 1990 en el Almanaque de Medicina: “Anomalías y curiosidades de la medicina” de George M. Gould en el que supuestamente existía un comentario del propio Edward Mordrake donde expresaba su sentir acerca de este “otro yo”:
“La imaginación no puede concebir las tentaciones espantosas en las que me envuelve. Por alguna imperdonable maldad de mis antepasados estoy cosido a este demonio, porque estoy seguro que es un demonio. Yo ruego y suplico para que lo eliminen del mundo, aunque yo muera”.

Sin embargo, se ha llegado a corroborar que este dicho es falso, así como algunas otras aseveraciones que hacían referencia a que el rostro malformado pertenecía realmente al de una mujer, debido a que la Diprosopia se da con los caracteres de un sexo ya definido. No obstante, la voz se corrió dejando ver a Mordrake como un ser desagradable que era influenciado por el demonio mismo.

Edward Mordrake sufrió la ignorancia de la época en la que creció, la constante insistencia de la gente por imponer un valor “maligno” a las cosas que no pueden entender y que propició que este hombre viviera realmente atormentado, más por lo que se decía de él que por aquella malformación. El joven se mantenía aislado del mundo, permanecía en su habitación desarrollando una profunda depresión que desembocó, según lo que la historia ha revelado, en un suicidio a sus 23 años, colgándose del balcón de su apartamento.


#EdwardMordrake