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domingo, 6 de julio de 2014

La maldición de El exorcista.





Si hay una película de terror por antonomasia, esa es El exorcista. Película que marcó un antes y un después en el género, pero que a su vez hizo lo mismo en la vida de todos aquellos que intervinieron en su creación, e incluso en posteriores intentos de adaptación a otros géneros.

Hoy recorreremos la terrible historia vivida detrás de las cámaras,  y cuyos acontecimientos, si bien, no fueron o quisieron ser dados a conocer al gran público. Después de leer lo que a continuación compartiremos, cada uno sacará su propia conclusión, pero de lo que no cabe duda es de que quien con fuego juega...

Todo comienza en la mente de William Peter Blatty, quien tras leer un artículo en el número del 20 de agosto de The Washington Post a cerca de una posesión demoníaca y su posterior exorcismo, tras pasarse 20 años estudiando e investigando el tema y el caso concreto, decide escribir "El exorcista", basándose en los hechos reales acontecidos, y cuya adaptación a la gran pantalla se llevó a cabo en 1973.

Ya desde el momento mismo de escribirla el propio Blatty afirma que ya cuando escribía los últimos capítulos de la novela vivió una interminable serie de extrañas y misteriosas experiencias que le hicieron dudar de su integridad mental. 

Pero es ahora cuando viene lo interesante. La misma noche en que se inició el rodaje de la película, varios estudios de la Warner en Hollywood fueron pasto de las llamas sin hallarse motivos aparentes,  destruyendo gran parte de los decorados de la película (excepto la habitación del personaje de Regan Mac Neil, la niña poseída). Casualidad o no, sucedió. 

Y continuó durante todo el rodaje, ya que los que intervinieron en la producción afirmaron innumerables ocasiones que las cintas  se borraban solas, habían caídas de focos sin motivo ni razón aparente, ruidos y voces estremecedoras se filtraban por los micrófonos, teléfonos se levantaban solos, incluso la desaparición de objetos o un incendio iniciado en los estudios Warner, retrasando las filmaciones durante seis semanas. Para continuar con las desgracias, el arnés empleado para elevar a la joven actriz Linda Blair –que interpretaba a Regan- sobre su cama (y aparentar su levitación) se rompió, por lo que la muchacha sufrió lesiones en su columna vertebral cuyas secuelas perduran hasta hoy.

En cuanto a la maldición que cayó sobre todo aquel que intervino en la realización de la película, podemos empezar por el mismo día en el que arranca el rodaje, cuando el abuelo de Linda Blair y el hermano del actor Max Von Sydow (que interpretaba al padre Merrin) fallecieron. Vasiliki Maliaros (actriz que interpreta a la madre del Padre Karras) muere el mismo año en que la película es estrenada.  

Jack MeGowran, actor que interpretaba a uno de los personajes importantes de la película (Burke Dennings), al igual que en la película, poco después de terminar el rodaje de la película murió. El actor que interpretaba al Padre Carras (Jason Miller) murió durante el rodaje de un infarto al corazón, provocando una modificación del guión y haciendo que el sacerdote saltara por la ventana en la película y muriera, escena que realizó un doble. El jesuita Tom Bermingham, consejero técnico de la película, tuvo que ser hospitalizado urgentemente, ya que le apareció un tumor en su brazo y hubo que extirpárselo durante el rodaje. Un experto en efectos especiales y un cuidador nocturno de los estudios Warner aparecieron muertos sin motivos aparentes durante el rodaje. El director John Frankenheimer, al que ofrecieron dirigir la primera versión del la película, un mes después de abandonar sin razones conocidas el proyecto de "Exorcist: The Beginning" (2004)  murió. Posteriormente y para rematar la terrible ola de fallecimientos, el hijo de la actriz Mercedes McCambridge, quien hacía la voz del demonio en el filme, se suicidó después de asesinar a toda su familia en 1987.

Pero la maldición no terminó aquí, ya que en la adaptación teatral que se hizo de esta historia, estrenada en el Teatro de la Comedia de Londres en 1975, la actriz Mary Ure interpretó a la joven Reagan. La misma noche del estreno, a la conclusión de la obra, el director encontró a la actriz en su camerino rodeada de sus propios vómitos y muerta. Tendida con los brazos en cruz y con múltiples cortes y rasguños por todo el cuerpo. Para muchos ella fue sólo una víctima más de la terrible maldición que ha perseguido y continúa persiguiendo a esta película...