Vamos a compartir la triste y dramática historia de Edward
Mordrake, un hombre a quien la naturaleza dató con una de las mayores
desgracias que le pueden pasar a una persona.
Mucha de la información que podemos encontrar a cerca del
caso de Edward Mordrake, suele ser muy distinta a la historia real, pero lo
cierto es que el caso del joven Edward cobró con el paso del tiempo una dimensión
que se transformó en leyenda. ¿Te atreves a conocerla?
La historia-leyenda comienza con el nacimiento de un pequeño
en el seno una familia burguesa y bien colocada en la sociedad del siglo XIX
del Reino Unido.
Hijo de la condesa de Darlingthon, Edward comienza su vida
como alguien odiado por su posición social, su riqueza y por la famosa
enfermedad que propició el mito de su origen “demoniaco”.
Edward Mordrake nace con un síndrome congénito denominado
“Diprosopia” o Duplicación craneofacial, malformación que según se dice está
relacionada con la duplicación del notocordio o notocorda, parte importante del
embrión que mantiene un apoyo axial en el cuerpo y que posteriormente es
sustituido por la columna vertebral. Este desprendimiento puede desembocar en
dos crestas nerviosas que a su vez dan lugar a dos formaciones craneales.
Edward Mordrake poseía una duplicación craneal que
aparentemente podía gesticular ligeramente dado que tenía músculos y nervios
malformados, no obstante su rostro dominante era sano.
Edward aseguraba que el rostro malformado poseía la
habilidad de gesticular. Se comenzó a especular sobre las habilidades cognoscitivas
de aquel extraño “monstruo”, pues se decía que la segunda cara de Edward podía
hablar e incluso solía atormentarlo por las noches con una voz suave y casi
imperceptible, excepto para el desafortunado portador, diciendo cosas terribles
y dándole órdenes inhumanas y demás maldiciones.
Existen rumores sobre la existencia de un expediente de 1990
en el Almanaque de Medicina: “Anomalías y curiosidades de la medicina” de
George M. Gould en el que supuestamente existía un comentario del propio Edward
Mordrake donde expresaba su sentir acerca de este “otro yo”:
“La imaginación no puede concebir las tentaciones espantosas
en las que me envuelve. Por alguna imperdonable maldad de mis antepasados estoy
cosido a este demonio, porque estoy seguro que es un demonio. Yo ruego y
suplico para que lo eliminen del mundo, aunque yo muera”.
Sin embargo, se ha llegado a corroborar que este dicho es
falso, así como algunas otras aseveraciones que hacían referencia a que el
rostro malformado pertenecía realmente al de una mujer, debido a que la
Diprosopia se da con los caracteres de un sexo ya definido. No obstante, la voz
se corrió dejando ver a Mordrake como un ser desagradable que era influenciado
por el demonio mismo.
Edward Mordrake sufrió la ignorancia de la época en la que
creció, la constante insistencia de la gente por imponer un valor “maligno” a
las cosas que no pueden entender y que propició que este hombre viviera
realmente atormentado, más por lo que se decía de él que por aquella
malformación. El joven se mantenía aislado del mundo, permanecía en su
habitación desarrollando una profunda depresión que desembocó, según lo que la
historia ha revelado, en un suicidio a sus 23 años, colgándose del balcón de su
apartamento.
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