Según muchos expertos en el tema, el cuento de Caperucita Roja es el que más variaciones
ha sufrido con el paso del tiempo. Su origen se remonta a la Edad Media, recogida con posterioridad por
gran cantidad de autores que nos dieron una visión bastante distante de la real
en sus narraciones.
El primero que habló en sus cuentos de Caperucita Roja fue Charles Perrault, en 1697. La historia de Caperucita Roja no era muy conocida a
diferencia de otras de la época, pero despertaba el interés de los conocedores
de la misma y optaron por darla a conocer al gran público de la época. Pero Perrault creyó que, a pesar de ser
interesante, había que adaptarla al público infantil, alejándola de la realidad
de la historia.
Los famosos Hermanos
Grimm, a principios del siglo XIX, también decidieron recoger en sus
cuentos la historia de Caperucita Roja,
pero también cambiándole el final al cuento, haciendo que su adaptación de la
obra tuviese por primera vez la figura del leñador.
Fueron los hermanos Grimm
los que más se preocuparon de moldear algunos de los aspectos del cuento,
detalles morbosos y con cierto toque erótico, sangrientos algunos y añadiendo
un final feliz a la historia.
La verdadera historia de Caperucita Roja.
La verdadera protagonista, al igual que en el cuento, es una
joven muchacha. Una niña a quien le encargan que lleve leche y pan a su abuela.
Ella lo acepta con muy buen agrado aunque algo inquieta, sabe que el camino no
es fácil y que en el bosque acechan peligros que todas las gentes del pueblo
temen, pero lo s asume y realiza el encargo. Se trata de un bosque donde
frecuentan los lobos, pero ella se cubre con un manto rojo muy llamativo y
avanza tranquila sin temor por el bosque espeso hasta llegar a casa de su
abuela.
Hasta que llegó a casa de su abuela todo fue bien, pero al
entrar ve a su abuela tumbada en la cama, parece cansada y tiene una voz muy
poco habitual, pero no le da importancia. Le ofrece todo lo que le ha traído,
su abuela se lo agradece y le ofrece algo para tomar tras el viaje, le ofrece
un poco de carne que tiene en la alacena.
La joven se prepara la carne y la come con hambre. Minutos
después, la abuela le indica que se quite la ropa y se acueste junto a ella, en
la cama. Caperucita roja va deprendiéndose de cada pieza de su ropa siguiendo
las órdenes de su abuela. Todo lo debe arrojar al fuego: falda, medias, ropa
interior…. la caperuza. “¿Por qué?” – pregunta la niña ante esa orden – “Por
que ya no te van a hacer falta”, responde la abuela con “voz profunda”.
Cuando la chica, desnuda, entra a la cama, descubre que no
es su abuelita quien está allí, sino el lobo. Que entre mofas le revela que lo
que acaba de comer hace un momento, no era carne de animal, sino parte de su
abuela. Y que ahora él, el lobo, va a devorarla a ella. Y así lo hace...
Elementos culturales de Caperucita Roja
La historia original de la Caperucita tenía su origen en los
ritos de iniciación y el canibalismo. Nos encontramos con una niña que abandona
su casa, su familia y la civilización para adentrarse en el bosque en soledad.
Va cubierta por un manto rojo, que viene a simbolizar la menstruación y el
despertar sexual. Es, sencillamente, un rito de iniciación.
El lobo encarna a su vez la sexualidad más primitiva, letal
y salvaje. Un enemigo más al que nuestra joven debía haber hecho frente, pero
que no consigue vencer. Sin querer cae en esa dimensión tan temida y prohibida
que es el canibalismo, devorando a esa anciana que representaba lo caduco y lo
viejo, lo que debía ser trasmutado. Como podemos ver, las interpretaciones
antropológicas beben de esas raíces antiguas de nuestro pasado, de esa zona de
los Alpes donde surgió la historia y del simbolismo de los lobos.
Esta historia teje sus oscuridades a partir de las entidades
más primitivas del ser humano, algo que aún hoy nos cuesta un poco comprender
por lo lejano y por lo terrible. Por eso preferimos difuminar con aspectos más
suaves y accesibles esas imágenes de los cuentos clásicos como la Caperucita
Roja. Trasformando este cuento de terror psicológico y antropológico, en un
cuento que poder contar a nuestros niños para hacerlos dormir tranquilos. Sin
enturbiar sus sueños...