Si ayer hacíamos un recorrido por lugares misteriosos de la
capital de España, Madrid, hoy quiero centrarme en un solo sitio, un lugar que
dejé de lado de manera totalmente intencionada en mi anterior post, pues creí
que merecía una entrada completa. Hablamos de la estatua del Ángel Caído,
situada en el parque del Retiro de Madrid.
Coincidencia o no, para llegar a la estatua, hemos de
adentrarnos en el Parque del Retiro, famoso por la gran cantidad de historias,
leyendas e incluso algunos hechos probados aunque no justificados, que en él
suceden.
Todo aquel que ha tenido la suerte de adentrarse en el Retiro, es indescriptible
la sensación que uno tiene allí. Es lo más parecido a desaparecer del mundo
real y pasar a formar parte de la propia naturaleza. Pero eso tiene su
riesgo...
Escondidos entre los frondosos bosques, podemos encontrar
numerosos edificios, algunos dedicados a exposiciones, otros en los que todavía
hoy se mantienen salas de música e incluso algunos a los que no se puede
entrar, pero pueden ser observados desde el exterior. Todos y cada uno de estos
edificios tiene una historia detrás, y no todas son muy agradables.
Pero entre edificios, árboles y calles, podemos ver una
rotonda, una rotonda que es y será una de las que más páginas ha escrito de la
capital. Se trata de la Rotonda del "Ángel Caído". El nombre de la
misma se debe a la escultura que en ella hay. Sobre un pedestal de granito, altiva
y orgullosa se levanta la estatua de Lucifer, el Ángel Caído.
Durante mucho tiempo se ha dicho que era la única estatua
del mundo que, en un lugar público, homenajeaba a Lucifer bajo el amparo y
beneplácito de las autoridades. Lo cierto es que detrás de la escultura, que ya
tiene historia de por sí, hay una serie de coincidencias... O no.
Su creación se llevó a cabo por el escultor madrileño
Ricardo Bellver, a quien la crea para la Exposición Nacional de Bellas Artes
inspirado en unos versos de una de las obras de John Milton:
"Por su orgullo
cae arrojado del cielo con toda su hueste de ángeles rebeldes para no volver a
él jamás. Agita en derredor sus miradas, y blasfemo las fija en el empíreo,
reflejándose en ellas el dolor más hondo, las consternación más grande, la soberbia
más funesta y el odio más obstinado".
Ricardo Bellver se alza con el primer premio y su obra es
adquirida por el propio Estado, que decide exhibirla públicamente para que
pueda ser admirada por todo el mundo. Para ello, se encarga un pedestal sobre el que
colocarla, un pedestal que sería de granito.
Termiado el proyecto, la asombrosa escultura asombró a todos
los visitantes del parque del Retiro, majestuosa y altiva, sobre un pedestal de
granito, una fuente con serpientes y demonios en cada una de sus caras por la
boca de los cuales salen chorros de agua.
Nadie sabe de quién surgió la idea ni los motivos que
llevaron a su creación o su exhibición pública, lo cierto es que, a pesar de
todo lo que se diga en su contra, la escultura fue situada en un enclave
curioso, justo a 666 metros sobre el nivel del mar. Llama la atención que sea
así, ya que en 1877 no se conocía tal detalle... O sí.
Otra cosa curiosa del lugar en el que está situada la escultura,
es que ese sitio lo ocupaba durante la Guerra de la Independencia de 1813 la Fábrica
de Porcelanas del Buen Retiro, fábrica que fue destruida durante la guerra, de la cual
aún quedan restos de la noria y del sistema de decanto de la arcilla.
Coincidencias o no, la verdad de todo esto es que la
escultura ha sido utilizada como reclamo turístico y como lugar de reuniones.
Es un lugar que fue muy frecuentado durante los años ´30 y ´40 por grupos
esotéricos y sectas satánicas, motivo por el cual hubo presiones para que se
retirase la escultura, pero por suerte no fue así y hoy día podemos
contemplarla.
Se dice que en las noches de luna llena, es habitual ver
reuniones de gente alrededor de la escultura, quién sabe por qué o con qué fin,
pero dicen que la luz de la luna reflejada sobre la escultura hace que ésta
recupere la luz que un día le fue quitada al expulsar a ese ángel del paraíso.