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jueves, 19 de marzo de 2015

Robert, el muñeco embrujado.





Si hace poco compartíamos la historia de Katrin Reedik, y su colección de muñecas encantadas, o la de Okiku, la muñeca embrujada de Japón, hoy quiero compartir con todos vosotros la historia de Robert, el muñeco poseído que inspiró a los creadores de Chuky, el muñeco diabólico.

La historia de Robert comienza a finales del siglo XIX, cuando la familia Otto se mudaron a una gran mansión en Florida conocida como “The Artist House”, fue aquella mudanza la que cambió sus vidas para siempre.

La familia Otto era una familia acomodada, por lo que tenían a varias personas de servicio continuamente en su casa. Era de sobra conocido el trato que les daba al personal, las malas contestaciones, tratos degradantes y humillaciones eran constantes y de sobra conocidos.

Fue precisamente una de las personas que tenían a su servicio, concretamente una mujer haitiana que se encargaba de cuidar de su pequeño hijo Rober, la que puso en sus vidas el muñeco maldito.

La empleada le regaló al pequeño Robert un muñeco de paja con botones como ojos que encantó al pequeño y del que se hizo tan inseparable que lo llamó Robert, igual que él. Se dice que la mujer de Thomas Otto, la señora de la casa, encontró a la trabajadora en el jardín practicando ritos de magia negra, cosa que escandalizó y asustó tanto a la familia que la despidieron de manera inmediata.

Desde ese momento la relación del niño con el muñeco cambió de forma radical, ya que lo trataba como si fuese una persona, se lo llevaba a comprar con él, tenía un plato y una silla a la hora de comer junto al resto de la familia e incluso llegó al punto en el que dormía con el muñeco para no separarse de él.
Los padres siempre creyeron que se trataba de algo habitual en los niños, hasta que pasado un tiempo, la actitud de Robert cambió, se negó a que lo llamasen así, diciendo que ése era el nombre del muñeco, Robert, a él había que llamarlo Eugene, que era su segundo nombre.

La situación pareció complicarse cuando por los pesillos de la casa se escuchaba al niño como hablaba “solo” en su habitación, pero con el tiempo se comenzaron a escuchar dos voces, una suave y agura, la del pequeño Robert Eugene, y otra mucho más grave y seria, la de Robert el muñeco.

Asustad, en mucha ocasiones entró a madre en la habitación y encontró al pequeño Rober Eugene sudando y aterrado en una esquina, mientras que Robert el muñeco estaba en la cama o la mesa sentado mirando hacia donde estaba el niño.

A pesar de que la situación ya de por sí parecía extraña, muy pronto se complicó, cuando todos los muñecos del pequeño Robert Eugene comenzaron a aparecer rotos, destrozados por todos los rincones de la casa. El niño siempre negó que fuera él, afirmaba que Robert el muñeco era el culpable.
Personal del servicio doméstico aseguraba que en la zona de la casa en la que se encontraba la habitación del pequeño Robert Eugene, se escuchaban risitas cuando alguien se acercaba por el pasillo, y afirmaban los trabajadores, que el muñeco aparecía en diferentes habitaciones y pasillos sin que nadie recordase haberlo puesto ahí, e incluso había quien afirmaba haberlo visto parpadear...

La situación en la mansión de los Otto se complicó muchísimo, los trabajadores no aguantaban las extrañas situaciones que se producían en la casa, junto al trato que recibían de los señores. Era constante el movimiento de gente.

Cuando supo de lo que estaba sucediendo, la abuela aconsejó a la familia alejar al muñeco del niño, sabía que el origen estaba ahí. El muñeco fue encerrado en el desván de la casa, pero la abuela de Robert Eugene murió de un infarto unos días después. Robert el muñeco quedó libre de nuevo.

La relación entre el muñeco y el pequeño Robert era de nuevo como al principio, o quizá más fuerte. Niño y muñeco eran inseparables y ya nadie lo cuestionaba.

Lo que parecía una cosa de niños, se convirtió en toda una obsesión, con 30 años, Robert Eugene aun conservaba a Robert el muñeco, pero no sólo eso, sino que le mantenía un sitio en la mesa e incluso le puso una cama para que durmiera en su misma habitación.

Cuando Robert Eugene se casó, la situación no cambió en nada. Robert el muñeco era uno más de la familia y estaba incluso por delante de su reciente esposa, cosa que a ella no le gustó y se lo hizo saber. Misteriosamente la mujer de Robert Eugene murió pocos días después por causas desconocidas y muy poco tiempo después Robert Eugene también murió.
La gran mansión “The Artist House” había quedado de nuevo vacía, con la única presencia de Robert, el muñeco embrujado.

Muchos años pasaron hasta que una nueva familia adquirió la vivienda y se alojó en ella. Sin preocuparle para nada su historia, los nuevos dueños también tenían un niño pequeño, en ese caso una niña.
Fue la pequeña quien a los pocos días de estar viviendo allí comenzó a gritar asustada, a gritar sin control durante las noches, a tener miedo a aquel muñeco que encontraron en el desván de la casa cuando llegaron.

La pequeña afirmaba que el muñeco se movía solo, que la perseguía e incluso la había intentado matar, lo que conllevó que la familia se mudase y de nuevo “The Artist House” quedó toda entera para Robert, el muñeco embrujado.

Poco se supo de quién o cómo encontraron las sucesivas familias a Robert el muñeco, lo que es cierto es que todas aquellas personas que intentaron convivir con él lo terminaron pagando muy caro.

Lo que pareciera ser un mito o leyenda, en la actualidad se mantiene, incluso con una convicción mayor si cabe, ya que Robert se encuentra expuesto tras una vitrina de cristal, aislado y hermético, en el museo East Martello, de Florida, donde los trabajadores aseguran que a menudo experimentan situaciones sobrenaturales.

Robert, el muñeco embrujado, como lo llaman, se encuentra expuesto en el interior de una vitrina de cristal hermética, en posición sentado y con un osito de peluche encima de una de las piernas. Los trabajadores del museo aseguran que el osito de las piernas cambia de posición y pierna según el día e incluso el momento.

También afirman todos aquellos que han ido a visitarlo que es imposible hacerle fotos, ya que en el momento en el que las haces, cuando compruebas la foto, toda ella está en negro, no se ve nada. Aseguran los responsables que no es por el cristal ya que no tiene filtro alguno anti fotografías, pero es inexplicable. 

Robert, el muñeco diabólico no quiere que le hagan fotos. Dicen aquellos que lo han probado que, en caso de que hagas la foto y no te quede bien, si lo que buscas es una foto de Robert, has de pedirle educadamente permiso, en ese caso, aseguran que la foto, incomprensiblemente, sale bien.