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lunes, 23 de marzo de 2015

La verdadera historia de Amityville, la casa los horrores.



Lejos de lo que aparenta, la impresionante casa del 112 de Ocean Avenue, en Amityville, guarda en silencio la historia que entre sus paredes sucedió y le dio una terrorífica fama que dura hasta el día de hoy.

En cuanto a la verdad de todo lo que allí sucedió, hay muchas voces que afirman que todo fue un montaje, fruto de la codicia y la usura, pero son muchos otros quienes, habiendo vivido algunos de los hechos que allí sucedieron, afirman que detrás de cada uno de los extraños hechos, hay una oscura y siniestra fuerza que habita en el número 112 de Ocean Avenue, en Amityville.

Pero antes de sacar conclusiones, lo primero que hemos de hacer es conocer la historia, los hechos, aquellas circunstancias que marcaron a una familia y señalaron para siempre esa casa como un lugar oscuro y maldito.

Todo comienza la mañana del 14 de noviembre de 1974, cuando el mundo es consciente de lo que había pasado durante la noche en el número 112 de Ocean Avenue. El hijo mayor de la familia DeFeo, con toda la intencionalidad del mundo, había drogado a todos los miembros de su familia, sus padres, sus dos hermanos y sus dos hermanas. Mientras todos dormían bajo los efectos de los somníferos, el joven de 23 años, armado con una escopeta y habitación por habitación, fue terminando con la vida de todos sus familiares. Todos de la misma manera, con un tiro a bocajarro en la espalda, a excepción de su madre, a la que asestó un tiro en la cabeza.

El reloj marcaba las 03:15 horas cuando el número 112 de Amityville acababa de ser testigo de uno de las masacres más cruentas e irracionales de la historia. Mucho se habló después a cerca de los motivos que llevaron al joven Ronald a hacerlo, pero lo cierto es que a día de hoy, nada está claro a cerca de los motivos que le llevaron a hacer tal locura.

En el momento de ser detenido, el joven Ronald afirmaba que "unas voces demoníacas le obligaron a hacerlo..."

Justo un año después de que todo esto sucediera, la familia Lutz adquirió la casa, importándole muy poco los hechos en ella ocurridos. La casa había quedado a un precio muy bajo después de la masacre y la familia Lutz creyó que era una oportunidad de las que solo pasan una vez en la vida.

Hay quienes afirman que los Lutz no conocían lo que allí había sucedido un año antes, lo cierto es que lo primero que pensaron al llegar a la casa fue llamar a un sacerdote para que bendijera el que sería su futuro hogar.

Nada más llegar, el párroco afirmó que comenzó a sentirse mal, a sentir mareos y nauseas, además de sentir una extraña sensación de sentirse observado y como si lo estuvieran tratando de echar de la casa, lo que le obligó a tener que irse mucho antes de lo que pretendía de aquel lugar.

En posteriores entrevistas que le han hecho a Daniel, el mayor de los hijos del matrimonio Lutz, afirmaba que por muchos años que pasen, nunca olvidará lo que vio y sintió en aquella casa, afirma recordar como si fuera ayer mismo la gran cantidad de moscas que se agrupaban en el salón y el sótano, como por los váteres salía un olor y un limo negro que provocaba nauseas, como hubo manchas de las paredes que por mucho que lo intentaron, nunca las pudieron eliminar, e incluso algunas cambiaban de forma. También contaba como vivió múltiples fenómenos de ventanas que se abrían y cerraban sin motivo ni explicación justo cuando alguien estaba asomado, como algunos objetos de la casa se movían, como durante muchas noches, escuchaba los susurros aterradores a su lado mientras trataba de dormir o simplemente se lo hacía. Incluso algún caso en el que lo levantaron de la cama "fuerzas" sin que él pudiera hacer nada.

Aquella noche en la que Daniel y su hermano  fueron levantados hasta el techo por una fuerza que nadie explicaba, fue la última que pasaron en aquella casa, al día siguiente la familia comenzó la mudanza para trasladarse y dejar atrás aquella casa y lo que en ella habitaba.

Kathy Lutz, afirmó posteriormente que desde el mismo momento en el que llegaron a la casa, ella no dejó nunca de sentirse observada, notaba como en la casa había una entidad que poco a poco se iba haciendo más grande y fuerte. Incluso afirmaba que cada vez con más frecuencia tenía pesadillas con los horribles crímenes que se habían vivido en la casa, pero en sus sueños, los protagonistas eran los miembros de su familia. 

La familia Lutz nunca ha querido dar más explicaciones que las justas a cerca de lo que realmente vivieron en el 112 de Ocean Avenue, de Amityville, pero contaron que en muchas ocasiones vieron ojos brillantes observando tras las ventanas, sombras caminando por los pasillos de la casa e incluso en alguna que otra ocasión, sintieron como eran "poseídos" y algún que otro episodio violento se vivió en la casa.

El mayor de los hijos de la familia Lutz, afirmó en la entrevista que concedió hace un tiempo que tenía muy claro cual era el motivo que causó todo aquello y por qué a posteriores familias no les sucedió nada, afirmó que el causante fue su propio padre, George Lutz, quien al poco de llegar a la casa comenzó a practicar en ella sesiones de brujería y espiritismo, y sin saber lo que hacía ni tener el debido respeto invocó a quien no debía...


Con el traslado de la familia Lutz, la casa, pasado mucho tiempo fue de nuevo habitada, pero según se dice, nunca más volvió a suceder nada extraño en ella.